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21 febrero 2023

Hace un millón de años (1966)

 




Hace unos días fallecía Raquel Welch, posiblemente una de las actrices más bellas entre las nacidas en la década de los años 40 del siglo XXI, junto a mi gusto, Jacqueline Bisset y Catherine Deneuve, y que tomó el relevo de las también bellísimas actrices de los años 30, entre las que destacaría a Brigitte Bardot, Sofía Loren o Claudia Cardinale.

Nacida de padre boliviano (realmente solo boliviano de nacionalidad, ya que sus orígenes eran claramente españoles), su apellido original es Tejada, y su nombre también más europeo que americano, fue de las que también utilizó su propio nombre artístico, supongo que por agentes o asesores comerciales de cara a hacerlo más atractivo.
De hecho, la productora 20th Century Fox quería que cambiara su nombre a Debbie Welch porque pensaban que Raquel era demasiado difícil de pronunciar.

Se casó muy pronto y tuvo sus dos hijos también muy temprano, en una época en la que deambuló desde su Chicago natal hasta Los Ángeles y luego Dallas, para después de divorciarse volver a Los Ángeles y empezar a introducirse poco a poco en el mundo de la interpretación, (no sin antes tener que trabajar como camarera, chica del tiempo o modelo), gracias también a la privilegiada belleza que le otorgó Dios.

Aunque trabajó en varios westerns tirando a crepusculares, lo hizo acompañada de buenos actores de este género como Ernest Borgnine, Jack Elam, James Stewart o Dean Martin, aunque principalmente estuvo encasillada en papeles de chica sexy.


Sólo recordaba haberla visto en Viaje Alucinante y ésta quizás sea una película bastante más conocida (remake de una de 1940), de lo que suele ser habitual en mi, pero es que me puse a ver Fiesta Salvaje (1975), de James Ivory, y a los 15 minutos la tuve que dejar porque vi que iba a perder el tiempo y no iba a poder escribir nada decente de lla para hacer un homenaje a la actriz.

Igual que hay unas cuantas películas post apocalípticas o futuristas, sobre todo durante la década de los 80, también las hay ambientadas en la prehistoria, pero son bastantes menos y ya lejanas en el tiempo, de los años 60 y principios de los 70 principalmente.

Estamos en la época de esplendor de la compañía Hammer, especializada en películas de Ciencia Ficción o Terror principalmente, y aquí el productor es Michael Carreras, hijo del creador de la compañía James Carreras, y que produjo más películas de esta temática.

En mi cabeza intuía que me podría encontrar una película con similitudes a En busca del fuego, El clan del oso cavernario o Cavernas fantasmas, y efectivamente tiene cosas en común, pero pronto me percaté de la presencia del gran Ray Harryhausen al frente de los efectos especiales y también podríamos decir que la película tiene similitudes, así que me vengan a la cabeza, con El valle de Gwangi o La tierra olvidada por el tiempo.
De hecho el director Don Chaffey y Ray Harryhausen ya habían compartido trabajo en Jasón y los Argonautas, una película que me gusta mucho.

Esta película, aunque sea "muda" (no hay un solo diálogo entendible en la misma, y las palabras pronunciadas en general son muy escasas), no impidió que elevara a estrella a Raquel Welch, de hecho, en varias películas se ve un cártel de ella en esta película, como por ejemplo en Cadena Perpetua.

Quizás se pueda encontrar cierta similitud entre este papel de Raquel Welch y el de Ursula Andress en James Bond, y de hecho parece ser que primero se lo ofrecieron a la actriz suiza, pero no llegaron a un acuerdo por temas salariales.

Otro de los aspectos agradables de esta, supongo que para muchos, rara película, es lo reconocible de ver El Teide nada más empezar la película y luego más veces durante la misma.
Las escenas exteriores se rodaron en varios sitios de las Islas Canarias a finales de 1965. La fotografía principal terminó en enero de 1966 y Ray Harryhausen completó sus efectos visuales en primavera.

También se dio la curiosidad de que en la película el interés amoroso del personaje principal, interpretado por John Richardson es Raquel Welch. Pero en la vida real, Richardson se casó con la coprotagonista de esta película Martine Beswick.


Aunque entiendo que a mucha gente esta película le pueda parecer una pérdida de tiempo, o los que le sacarán defectos a todo (en un momento se ve como un actor tiene varios empastes en la boca, cosa que en esa prehistoria era inviable), pero a mi todo lo que tenga que ver con Harryhausen me parece una maravilla, y como aquí no sabía que había dejado su huella, no me lo esperaba y me he llevado una grata sorpresa.









Valoración:                                     6/10