Habitualmente las películas cuyo título comienza por Ruta, o tienen incluida esa palabra en el título suelen ser de mi agrado o por lo menos suelen estar entre las prioritarias para ver, ya que siempre las asocio a Road Movies o desplazamientos en coche por parajes bucólicos, solitarios y bonitos que encajan perfectamente con mis gustos. Aunque esta vez la ruta fue principalmente en barco, a pesar de que el trepidante y emocionante comienzo si que es un accidentado trayecto en automóvil.
Realmente la película está basada en una novela del mismo nombre (Journey into fear), y no es la primera que se basó en ella, ya que hay otra película de 1943, que no he visto, con Orson Welles y Joseph Cotten, cuyo título aquí fue Estambul, que también está basada en dicha novela.
Se dice que esta novela influyó posteriormente en la que escribió Ian Fleming Desde Rusia con Amor, que en el cine fue una de las películas de la saga de James Bond.
Además de este aliciente otras cosas que me llamaron la atención para verla fueron que se trataba de una película de los setenta mezcla de misterio, intriga, aventura, acción, que suelen ser interesantes y uno de los géneros característicos de esa década, y además que poseía un reparto bastante decente y a la vez era una película totalmente desconocida.
Ya una vez comenzada la película, me encontré con otro aliciente, aunque fue bastante efímero, y es que la película comienza ambientada en Turquía, cosa que ahora mismo, de memoria, no recuerdo en otras películas, aunque rápidamente la acción se traslada principalmente a la travesía de un barco por el Mediterráneo, pasando por Grecia y llegando a su destino en Génova, una ciudad que conozco y siempre me gusta ver el contraste de como eran algunos sitios y ciudades muchos años antes, y básicamente como la acción del hombre los ha convertido en asfalto, ladrillos y coches.
Dentro de ese reparto decente, para mi, sobresalían por encima del resto Vincent Price y Donald Pleasence. El primero fue uno de ese gran triunvirato, junto a Peter Cushing y Christopher Lee, que tomaron el testigo de los Boris Karloff y Bela Lugosi y que coparon el cine de terror desde la década de los 50 hasta entrada la de los 70. Aquí por lo tanto lo vemos fuera de su hábitat habitual, pero con una actuación siempre notable, reforzada por una voz de doblaje sublime, y con la sorpresa del notable envejecimiento, facial especialmente, que tenía con respecto a sus películas de miedo, pese a no ser muy mayor todavía.
El otro actor destacado para mi, es ese gran secundario como es Donald Pleasence, también bastante ligado al cine de terror, casi nunca protagonista de una película, con personajes muchas veces ridículos, desconcertantes o de personas que no parecen muy cuerdas, y uno de los actores que recuerdo que más veces muere en la gran pantalla, con un secundario pero notable y muy recordado papel en la magnífica película La Gran Evasión.
Especialmente por estos dos actores te puedes convencer para ver la película, simplemente porque sabes que uno de ellos (o tal vez incluso ambos) representará a un villano formidable.
Entre los veteranos, por ahí también se cuela Shelley Winters, mientras que los papeles protagonistas y de los jóvenes del reparto recayeron sobre un poco destacado Sam Waterston y la guapa Yvette Mimieux.
Él, venía de trabajar en El Gran Gatsby, posiblemente el mejor título de su filmografía, aunque no recayera en él el papel protagonista de dicha película. Gran amigo de Bruce Lee, trabajó en cuatro películas de Woody Allen e interpretó cinco veces a presidentes de los Estados Unidos en la gran pantalla, especialmente a Abraham Lincoln, en tres ocasiones. Ha aparecido en dos películas nominada al Óscar a mejor película, Los gritos del silencio (1984) y Hannah y sus hermanas (1986).
Yvette Mimieux me era totalmente desconocida hasta que la vi en la notable y recomendable La celda de la violación, junto a Tommy Lee Jones, y donde deja bien a las claras que no solo era actriz por su físico. A pesar de que muy joven había participado en El tiempo en sus manos (1960), que juraría que he visto, y haber estado casada con un director importante como Stanley Donen es bastante anónima entre el público en general.
Con ese nombre suena poco a estadounidense, pero es de esos actores/actrices que tienen un árbol genealógico desperdigado por medio mundo. Su padre nació en Londres, aunque su abuelo paterno era francés y su abuela materna alemana, mientras que su madre nació en México.
De todas maneras como buen viaje en barco, o por lo menos en mi caso, te marea. La película es confusa por momentos, más allá de que sea una película de misterio o intriga, pero no queda muy claro el motivo por el que se persigue y se quiere asesinar al protagonista y cuando se desliza ligeramente o se intuye no resulta nada emocionante.
Así que lo mejor de la película son los actores, el doblaje y algunos de los parajes que aparecen durante la película, y la trama, a mi modo de ver queda aprobada por los pelos o incluso en suspenso.
A pesar de que los primeros minutos son de los más interesantes que he visto desde hace tiempo, luego la película languidece, se vuelve poco creíble y poco interesante.
Y es aquí donde, para finalizar, se podría hablar de las películas basadas en libros que quedan muy por debajo del libro, o que realmente son libros que no dan para trasladar al cine. No es que tenga yo un gran bagaje como lector y menos de películas que luego se hayan llevado al cine, pero mi sensación es que habitualmente si has leído el libro luego te suele decepcionar la película basada en el mismo.
Valoración: 5/10