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06 septiembre 2024

Cuando llegue septiembre (1961)

 





Me sonaba tener una película así, y justo al empezar el mes de septiembre me pareció un buen momento para verla, sin saber absolutamente nada de ella y sin tenerla siquiera señalada como una película prioritaria para ver.

Desde hace unos años, que venimos padeciendo unos veranos abrasadores, por lo menos en el centro de la península, la llegada de septiembre se ve con cierto alivio y deseo por un lado, por el hecho de la bajada de las temperaturas, poder salir a la calle a cualquier hora del día y poder dormir mejor, y por el otro lado con la desilusión del final del verano, de que los días se van haciendo más cortos, de que seguramente ya no haya más vacaciones, del final de la temporada de piscina, de la vuelta a la rutina y la aparición del estrés por todas partes ... así que uno no sabe si quiere que por fin llegue septiembre o no.

En ocasiones, en el pasado, cuando no tenía problemas de salud y trabajaba y hacía vida como una persona normal, cogí mis vacaciones en septiembre, en especial recuerdo en 2010 el bonito viaje a Riviera Maya durante dos semanas en este mes del año, ya que allí en principio no es un problema viajar en esas fechas, pero en muchos otros puntos de la geografía te puedes encontrar con un tiempo inesperado que te estropee tu visión idílica del período vacacional, así que siempre recomiendo que si coges las vacaciones en este tiempo sea más para un plan de montaña o de turismo cultural más que de playa.


Hay gente muy rutinaria, o porque obligatoriamente tienen que coger las vacaciones siempre en las mismas fechas por motivos laborales, que siempre las tienen en un mes determinado (y a veces también van siempre al mismo sitio), y ese es el argumento de esta entretenida comedia vacacional, como el cambiar las fechas habituales de vacaciones parece que pueden descompensar por completo el bioritmo de la gente.

Esta película me hizo recordar uno de mis últimos años normales, en los que pude disfrutar de mis vacaciones, en los cuales recorrí parte de la Península Itálica. En concreto en la película aparecen como destinos que visité en ese viaje, Milán, la zona de Cinque Terre en la Liguria, y Portofino, escenario principal de la película. 

Portofino es un glamouroso sitio de la Liguria italiana, en una pequeña península y donde termina la carretera, donde decidí llevar a mis compañeros de viaje a conocer este bonito enclave costero (eso sí, sin plantearnos siquiera tomar un café por el precio que pudiera tener). Digamos que podría ser equivalente en cuanto a glamour a sitios como Saint Tropez o Ibiza, pero en tamaño reducido, ya que es un lugar pequeño, con poca población (tan solo 500 habitantes a duras penas) y entiendo que poca capacidad hotelera.

Se dice que el término paparazzi se acuñó en Portofino. María Callas y Aristóteles Onassis se dejaban ver por el puerto y de cena en la pequeña Piazzetta.

Portofino es el destino de muchas de las reuniones automovilísticas más importantes del mundo. Varios clubs de coches deportivos de alta gama eligen esta localidad para hacer sus citas anuales. Y ello a pesar de que precisamente el aparcamiento no es lo más abundante en la zona. Si no se reserva con antelación, es prácticamente imposible estacionar.

En lo alto de una colina con vistas al puerto se encuentra el Belmond Hotel Splendido, uno de los mejores del mundo. La noche en una habitación con vistas al puerto cuesta unos 3.500 euros.

Quizá por la presión mediática, la búsqueda de nuevos destinos o por el fallecimiento de aquellos que la hicieron grande, la localidad vivió con el cambio de siglo una pequeña decadencia. Saint-Tropez cogió el testigo como destino predilecto de los famosos, aunque todavía se puede ver alguno por allí.

Si no me he equivocado, ésta sería una lista con películas que tienen alguna escena rodada en Portofino.





Dirigida por un buen director de la época, como era Robert Mulligan, cuya película más importante fue un año después de ésta, Matar a un ruiseñor, por la que estuvo nominado al Óscar al mejor director, contó con dos grandes estrellas de la época, todavía jóvenes, aunque haciendo un papel de adultos tirando a mayores, como Rock Hudson, que por aquel entonces tenía 35 años y Gina Lollobrigida (que cosa tan hermosa), que contaba con 33.

A Hudson nunca lo he seguido mucho, aunque trabajó en westerns que es lo que más he visto de esa época, no en mis favoritos, y siempre lo tuve por un actor estilo Clark Gable, al cual no soporto. Pero he de decir que en esta película está fantástico, con una voz de doblaje inmejorable y que merece que le de más oportunidades con alguna de sus películas poco conocidas. Lo que más me sorprendió que no tenía muy presente es su enorme talla, nada menos que 1,96 metros de estatura.

Y junto a él Gina Lollobrigida, quizás en un guiño hacia Italia, ya que la película se ambienta y se rueda allí. Considerada en su época como la mujer más bella del mundo, supongo que en dura competencia con su compatriota Sofía Loren, en esa generación de actrices italianas que como he comentado en más ocasiones conquistaron Hollywood y llegaron a tener más protagonismo casi que las actrices estadounidenses. Aquí está especialmente guapa y divertida y hace a cualquiera desear volver atrás en el tiempo para conocerla en persona.

El resto del reparto está compuesto por actores poco conocidos por la gran mayoría, mitad americanos, mitad italianos, que no desarrollaron carreras muy importantes (o más bien consolidadas), y que algunos incluso fallecieron jóvenes desgraciadamente. Por ejemplo Bobby Darin (su abuelo era italiano, así que el es el más adecuado para esta película), que además de actor era cantante falleció con apenas 37 años, además un 20 de diciembre, día de mi cumpleaños, aunque yo todavía no había nacido. 

Tiene una historia realmente impactante, y es que no se enteró hasta los 32 años de que la mujer que él creía que era su hermana era en realidad su madre y que la mujer que él creía que era su madre fallecida era en realidad su abuela.

Una fiebre reumática que sufrió durante su infancia le dejó a Darin con un corazón debilitado que lo atormentó toda la vida. A fines de 1973, ingresó en el hospital Cedars of Lebanon para una cirugía cardíaca extensa, cuyas complicaciones lo llevaron a morir prematuramente a la edad de 37 años el 20 de diciembre de 1973.

Durante el rodaje conoció y se enamoró de Sandra Dee (ambos también hacen de novios en la película), con quien tuvo un hijo (ella solo tenía 19 años cuando fue madre), y también fue nominado para un Óscar como mejor actor de reparto en 1964 por El Capitán Newman.


Su esposa Sandra Dee tampoco tuvo una excesiva fortuna, ya que falleció con 62 años por una enfermedad renal. Después de que su carrera, que alguna vez fue un éxito, se desmoronara en la década de 1970, cayó víctima de la anorexia, el alcoholismo y la depresión.

En total, el matrimonio trabajó junto en tres películas, ésta, Cuando llegue septiembre (1961), Una esposa para dos (1962) y Trampa para un soltero (1965).


Una historia menos conocida y bastante triste, en las que a veces no reparamos, ya que todo el foco lo ponemos en los protagonistas y grandes estrellas.

Aunque la película tiene 63 años, y los actores que encarnan a chavales americanos que se hacen pasar por universitarios realmente tenían más edad de la que intentaban aparentar, todavía queda alguien vivo de esta película, como Joel Grey, otro gran desconocido para el público (para mi el primero), pero ganador de un Óscar (cosa que no consiguieron ni Hudson, nominado por Gigante, ni Lollobrigida), a mejor actor de reparto en 1973 por Cabaret.

La verdad, que aparte de un buen rato, una película vacacional diferente, me ha servido para conocer actores que ignoraba y que realmente tuvieron momentos de gran brillantez.


Yo, con esta película, pongo fin por este año a estas casi siempre interesantes películas veraniegas y vacacionales, pero como todavía queda mucho septiembre y algo de verano, os invito a verla, ya que me parece una buena elección.










Valoración:                           7/10













15 febrero 2024

Miércoles de ceniza (1973)

 






Era miércoles de ceniza, y como cristiano (espero que bueno), acudí a mi iglesia a la celebración del día y la imposición de la ceniza. Y aunque el día coincidía con el de San Valentín, no mantengo un idilio con él, así que dejé de lado la onomástica y me decanté por una película que se llama precisamente así, Miércoles de Ceniza.

Me consta que hay otras dos además de ésta





Pero de las tres, ésta es la que me resultaba un poco más atractiva, sin tener ni idea de si alguna de las tres tenía algo que ver con lo que representa el nombre Miércoles de Ceniza, y ante presumiblemente, una traducción que no reflejara el título real, o un título que no tuviera nada que ver con la historia de la película.

Realmente uno no ve la relación con esta fecha hasta que pasada la hora de película dicen que es martes de Carnaval. Investigando un poco parece que la llamaron así, porque termina el miércoles de ceniza, aunque los protagonistas de la película no honren este día.

El único detalle religioso es que en un plano de la misma, se ve a la protagonista salir de una iglesia, aunque eso sí, diciendo que hacía más de 10 años que no pisaba una.

Porque uno vuelve de la celebración vespertina en la iglesia, donde te transmiten un mensaje de austeridad, ayuno, abstinencia y oración para el período de cuaresma que se inicia, y se encuentra con un escenario de superficialidad, materialismo, lujo, consumismo, vanidad, pecado e infidelidad, con la belleza exterior y no la interior como hilo conductor de la misma, y el no asumir el paso del tiempo y lo que significa la vida y la pérdida de juventud irreversible e imposible de detener.


La película tiene como única protagonista a Elizabeth Taylor, una actriz que a mi nunca me apasionó en su faceta interpretativa (quizás tampoco haya visto lo suficientemente de ella como para hacer una valoración más objetiva), de hecho ésta no creo que sea una buena película suya, a pesar de recaer en ella todo el protagonismo.

De hecho, su marido en aquel momento, Richard Burton, consideraba esta película horrible y perjudicial para la carrera de Taylor, y según él, ella quería seguir siendo una estrella de Hollywood, ante una posible caída de popularidad y por eso la aceptó.

Sea como fuere, Taylor fue una actriz de excesos. Debutó con apenas 10 años, ya había ganado su primer Óscar con menos de 30 años, fue abuela con 39, se casó hasta en 8 ocasiones, tuvo numerosas adicciones y en el momento de su muerte tenía 4 bisnietos.

Taylor en su madurez constantemente ganaba y perdía gran cantidad de peso, alcanzando desde 54 hasta 82 kg en la década de 1980. Comenzó con una adicción al tabaco a mitad de la década de 1950 y temía desarrollar cáncer de pulmón, cuando en octubre de 1975 unos estudios de rayos X le mostraron manchas en sus pulmones, llevando más tarde a un tratamiento para no desarrollar la enfermedad. Taylor se rompió la espalda cinco veces, tuvo dos reemplazos de caderas, tenía una histerectomía, sufrió de disentería y flebitis, tuvo una perforación en su esófago, sobrevivió a un benigno tumor cerebral erradicado en 1997 y al cáncer de piel y tuvo ataques de neumonía que amenazaron su vida en dos ocasiones. En 1983 admitió haber sido adicta a las pastillas para dormir y a los analgésicos durante 35 años. Recibió tratamiento para su alcoholismo y su adicción a las drogas, ingresando en el Centro Betty Ford durante siete semanas a partir de diciembre de 1983 hasta enero de 1984 y de nuevo a partir del otoño de 1988 hasta principios de 1989.


Una película totalmente desconcida a pesar de contar con Elizabeth Taylor y una relativamente breve intervención del gran Henry Fonda, ya en la parte final de su carrera, ambientada y rodada en Cortina D'Ampezzo, un sitio bastante de moda entre la gente con dinero en aquella época, al igual que otros puntos de los Alpes, que llegó a ser sede de unos Juegos Olímpicos de invierno en 1956 (y también proyectada para ser sede de los de 2026), y que también fue un sitio elegido para el rodaje o parte del mismo de diferentes películas.


Esta lista aparentemente refleja películas que han rodado parte de su trama allí



Le encontré similitudes y conexiones con Un instante, una vida, pero claro aquella me pareció una auténtica joya, y cada vez lo pienso más, y ésta en cambio me dejó bastante frío, no porque la película ignore el miércoles de ceniza y su tradición, si no porque es lenta, con poco desarrollo, y con poco interés por la mayoría de los pocos personajes que van apareciendo en ella, ni siquiera la aportación de Maurice Jarre consigue mejorar levemente el clima sombrío, depresivo y aburrido de la película.

No es la mejor película del mundo, pero sí una amarga historia de cómo el proceso de envejecimiento puede afectarnos, aunque podía haber sido mejor. Un reflejo de como hay personas que si no se ven bien o bellas, no se consideran personas completas.

Haciendo un juego de palabras con el título y el día en que la ví, creo que mis recuerdos sobre ésta película serán cenizas en poco tiempo.









Valoración:                             5/10












04 agosto 2023

Blancos caballos de agosto (1975)

 





De vez en cuando me gusta buscar alguna película adecuada al mes o la estación del año en curso, o que tenga relación con algún suceso o hecho de interés a lo largo del planeta.

Sin comerlo ni beberlo, me estoy encontrando con bastantes películas veraniegas este año, o vacacionales más bien, cosa que siempre me ayuda para combatir este duro verano en Madrid, aunque también me ponene un poco melancólico y evocan nostalgia de años mejores en los que podía ir de vacaciones como los protagonistas de estas películas.

En este caso, el destino vacacional es Italia, donde he estado tres veces y dos de ellas de vacaciones, y que además de fascinarme a nivel patrimonial, fueron dos buenas vacaciones. La zona en la que se ambienta la película no la conozco en concreto. Dudo mucho que por aquella época fuera un sitio de moda, en el promontorio del Gargano (lo conozco de las veces que va el Giro de Italia allí y es lo que sería el espolón de la bota que imaginamos que es la península itálica), dentro de la región de la Puglia, una de las más pobres del país transalpino.

De hecho las localizaciones muestran zonas relativamente deprimidas, con casas semi destartaladas, ausencia de turistas, pescadores sin higiene y desliñados, y en general poco lujo, más allá del hotel, y poco reclamo como lugar turístico.

Pero si que por ejemplo hay algunas escenas en el recinto arqueológico de Pompeya, un plano en concreto, donde tengo una foto exactamente en la misma posición, así que la película me ha traído buenos recuerdos de mis visitas a Italia.


Las vacaciones de películas de los ochenta, suelen ser diversión, adrenalina, playa, música, fiestas, chicas muy atractivas, comedia ... y esta película pone un contrapunto contra ese idílico plan vacacional que muestra el cine de los ochenta, con una película lenta, tranquila, con pocos habitantes, meláncolica, dramática, más parecida a La piscina que vi hace pocas semanas.
Aunque evidentemente es más entretenido el plan alegre, divertido y desenfrenado, y más para mi que necesito cosas que me animen, desde el punto de vista cinematográfico ambas perspectivas de las vacaciones de verano pueden ser válidas y pueden ofrecer una buena película.

Como siempre he tenido a mi hermano, dos años mayor que yo, a mi lado, nunca he sabido de niño lo que eran unas vacaciones siendo hijo único, cosa que tiene que ser aburrido o frustrante por momentos, y más si tus padres no tienen una entente cordial.
El director, apoyado en una de las mejores interpretaciones infantiles que he visto últimamente, nos muestra como esta combinación se puede llegar a convertir en un verdadero drama, nublando por completo las vacaciones tanto de los padres como del niño.


En cuanto al reparto, compuesto en todos los papeles, salvo los dos principales, por actores italianos, destaca la figura de Jean Seberg, una de esas actrices suecas que se puso de moda en los años 60 y 70, no con tanto peso y tanto impacto como las actrices italianas en los años 50 y 60 del siglo XX, pero si con bastante protagonismo. No con la importancia de las dos actrices suecas de referencia y estrellas universales, como Ingrid Bergman y Greta Garbo, pero las Anita Ekberg, Jean Seberg, Britt Ekland, Maud Adams o Ann-Margret, todas ellas más o menos contemporáneas, dejaron su impronta entre los hombres de todo el mundo.

Pero fue una mujer con problemas. Tuvo tres maridos y varios amantes más. Aunque se afincó joven en Francia, donde hizo gran parte de su carrera, tuvo cierta relación con nuestro país, en Barcelona y Mallorca, y de hecho su hijo parece ser que reside en España y tiene su negocio aquí. Tuvo una muerte triste y trágica, posiblemente en forma de suicidio, con solo 40 años.

Aquí ya había perdido su hermosa melena rubia y llevaba el pelo muy corto, restándole belleza y como demostrando con ese look que no estaba feliz.

La podríamos considerar como una de esas películas con la etiqueta de maldita, porque ambos protagonistas, tanto Jean Seberg como Frederick Stafford, fallecieron en el verano de 2019, lo cual es una coincidencia triste y sorprendente.









Valoración:                                     7/10













13 julio 2020

La veneciana (1986)





Mayoritariamente, la fama en el mundo del cine la copan los actores, pudiendo de vez en cuando algún director alcanzar cotas muy altas de fama, y difícilmente nadie más suele llegar a este status, salvo algunos compositores de bandas sonoras, como fue el caso de Ennio Morricone.

Y es que hay algunas películas que son recordadas más por su banda sonora que por su argumento o la interpretación de sus actores, aunque sean menos casos.

Digamos que en la cima de la Pirámide de los compositores estarían Morricone y John Williams, y seguramente para mi John Barry en tercer lugar. Teniendo una trayectoria muy importante también gente como Jerry Goldsmith, Vangelis, Bill Conti y entre los más veteranos Elmer Bernstein, Miklos Rozsa, Dimitri Tiomkin, Max Steiner, Nino Rota, Henry Mancini o Maurice Jarre.

Morricone fue una especie de niño prodigio que a los 6 años ya había compuesto su primera obra, con 9 entró a estudiar en la Academia Nacional de Santa Cecilia y con 12 en el conservatorio, donde logró completar un programa de armonía planificado para 4 años en tan sólo seis meses.

Aunque ahí se estancó un poco componiendo música para programas de radio y haciendo arreglos.

Pero en los años 60 Sergio Leone, con quien al parecer fue al colegio, le requirió para realizar la Banda Sonora de alguna película suya, y ahí empezó su gran colaboración empezada y sustanciada en el Spaghetti Western, con melodías inolvidables de La muerte tenía un precio o El bueno, el feo y el malo.

A partir de aquí y dada la fama que le repercutieron esas composiciones fue incrementando su labor, hasta llegar a más de 500 obras al final de su carrera.
Empezó a trabajar otros géneros de cine y consiguió sus obras más aclamadas como Days of Heaven, Érase una vez en America, La Misión (mi favorita), Los intocables de Elliot Ness o Cinema Paradiso.

Con 5 nominaciones a los Óscar que se quedaron sin premio, tuvo que esperar a 2006 para recibir un Óscar honorífico, recibiendo el segundo en 2016, en un cine del que no estoy muy al día.


Elegí esta película de entre todo su historial, porque encontré la curiosa coincidencia de que trabajaba Jason Connery, al que desconocía, y que intuí que podía ser hijo de Sean Connery, del cual acababa de ver una película. Y efectivamente, así que me resultó curiosa la coincidencia de que buscando
que ver para rendir homenaje a Morricone me encontrara con la posibilidad de ver consecutivamente películas de padre e hijo Connery.

La película en si, muy floja para mi, mostrando una imagen de Venecia antigua, no parándose en la belleza del lugar, si no en el comportamiento poco moral de la sociedad.

Aunque no tiene mucha presencia la música, si que hay algún fragmente breve interesante, y se nota la mano de Morricone en ello, enriqueciendo levemente mi valoración de la misma.










Valoración:                                 4/10














10 mayo 2020

Puzzle mortal (1992)









Después de haber hecho algún puzzle durante este período de larga estancia en casa, me acordé que tenía una película que contenía dicha palabra y aunque no estaba marcada como preferente para ver me puse a verla, y resultó una buena decisión.

Dirigida por Lamberto Bava, uno de esos directores italianos que durante la segunda parte de la década de los setenta, los ochenta y principios de los noventa irrumpieron con películas principalmente de miedo, con mezcla de acción, ciencia ficción o fantásticas, y que no sólo realizaron películas a nivel local si no que en bastantes ocasiones las mismas contaron con actores americanos de cierto nivel que hicieron películas interesantes en algunos casos.

En concreto Bava, no ha sido de los muy prolíficos y bastante centrado en las películas de miedo, siendo seguramente ésta su mejor película junto con Crímenes en portada, en la que también es guionista, como lo es en bastantes de sus películas.

Aunque rodada en Italia, rápidamente uno se da cuenta por la flota de coches que aparecen en las primeras escenas de la película, aunque curiosamente se enfoca un establecimiento con simbología y emblemas en inglés, los actores principales, tanto masculino como femenino, no son actores autóctonos.

La protagonista principal es el personaje interpretado por la actriz polaca Joanna Pacula, una de esas actrices que te suena pero que no acabas de ponerle rostro, al igual que me pasaba el otro día con otra Joanna, en este caso Cassidy, así que en un breve espacio de tiempo he conocido a otras dos actrices, aunque posiblemente en su día viera alguna película suya, repasando las filmografías no lo recuerdo, ya no lo recordaba.


Para ser una película de asesinos en serie, uno de los argumentos más recurrentes del cine de terror, y que me encuentro con demasiada frecuencia últimamente cuando elijo alguna película de miedo para ver, incorpora una buena dosis de misterio, siendo casi el género principal en vez de el miedo.

El guión está muy bien diseñado y la película va sorprendiendo varias veces a lo largo de la misma, con lo cual no es una película predictiva que más o menos sabes que va a ir pasando en cada fase de la misma.









Valoración:                                   6/10













02 mayo 2020

Un abril encantado (1991)









¿Quién me ha robado el mes de abril?

Es una canción de Joaquín Sabina, que ha cobrado un protagonismo importante en estos días, ya que a modo de premonición coincide plenamente con lo que nos ha estado y nos está pasando desde hace semanas.

Y es que abril, más allá de las buenas películas que haya podido ver, ha pasado totalmente desapercibido, sin poder disfrutar nada de él, en una época que suele ser muy apropiada para disfrutar de las lluvias y el manto verde que provocan en el campo.

Así que se me ocurrió buscar alguna película relacionada con abril, y di con ésta que en principio tenía muy buena valoración, aunque el título es totalmente la antítesis de nuestra situación actual, pensé que quizás era un motivo para animarse y pensar el cuarto mes del año puede volver a ser encantador.

Pero a pesar de las buenas valoraciones, tenía mis reticencias sobre la película, las cuales no tardaron en cumplirse. Digamos que es de esas películas que a los cinco minutos dices, mala pinta tiene, a los quince te planteas si dejar de verla o no, y finalmente decides darle una oportunidad y completarla.
Por suerte luego mejora, pero en mi caso no para llegar al nivel de valoración que obtiene por la mayoría de usuarios que la han votado.

Y es que este tipo de cine inglés nunca me apasionó. Digamos que podríamos llamarlo una comedia de sociedad británica ambientada en el pasado (aunque oficialmente lo tildan como drama), y sólo la irrupción de un destino vacacional en Italia reanima la película y le hace salir del poco apasionante comienzo inicial.

Eso sí, he de reconocer que el argumento está bastante bien, y que tampoco nunca he encontrado nada parecido, lo cuál es uno de los principales lemas que sigo a la hora de ver este tipo de películas, que realmente aporten algo diferente.

Rodada en Portofino, una diminuta, pintoresca y turística localidad de la Liguria italiana, próxima a Génova, donde estuve cuando fui por allí hace un par de años, pero no recuerdo ver este castillo en el que se rueda, parte del personal de rodaje dijo después de finalizar el mismo que allí pasaban cosas raras, entre ellos sus dos principales actores, Miranda Richardson y Alfred Molina.

Por cierto, este Alfred Molina, un buen actor sin duda, era el único que sabía italiano y conseguía entenderse con los actores locales y al final acabó haciendo a parte de actor, de traductor para cualquiera que necesitara comunicarse con le gente autóctona.










Valoración:                                     5/10