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24 diciembre 2023

La noche en que salvamos la Navidad (1984)

 






Muchas veces las películas más habituales o clásicas por Navidad no tienen mucho que ver con este tiempo, o no son las más representativas, por falta de cualquier relación con estas fechas o porque tampoco es el hilo conductor de la misma.

Desde pequeño, y hasta hoy, siempre he tenido tres películas como las clásicas de Navidad.

- Qué bello es vivir, que debe ser de las más emitidas en estas fechas y que siempre le ha gustado ver a mi madre. Y aunque está ambientada en la época navideña, su fotografía en blanco y negro le resta espíritu navideño, además de que no es una película dirigida al público infantil.

- Mary Poppins, posiblemente la película por antonomasía para mi de las Navidades, por estar dirigida al público infantil y por la magia y la fantasía que transmite, muy propios de estas fechas de fin de año.

- El Mago de Oz, aunque ésta hace mucho que no la recuerdo ver emitida en estas fechas, y que tampoco tiene ninguna relación con la Navidad.


Evidentemente puede haber muchas más o ser diferentes para cada uno, por ejemplo seguro que mucha gente pondría Sólo en Casa, Un padre en apuros, Vaya Santa Claus, o alguna de animación.


En cambio, esta La noche en que salvamos la Navidad, tendría buenos argumentos para haberse convertido en un clásico de estas fechas pero no lo ha hecho.
Ni ésta ni ninguna de este corte.

Si que es cierto que las abundantes películas que hay a partir de los 90 sobre la Navidad suelen tener un corte muy parecido, suelen ser TV Movies, de bajo presupuesto y aderezadas con un poco de nieve, algún Papá Noel, un árbol de Navidad, o un poco de romanticismo, difícilmente puedan convertirse en clásicos, de hecho parecen más dirigidas a parejas de enamorados que al público infantil en general.

Pero esta huye de esos estereotipos, el clima o el entorno en el que se sitúa la película es diferencial y además es una película más fantástica que familiar o una comedia.

Tiene bastantes ingredientes habituales para una película navideña decente. Conflictos familiares, cierto peligro, personajes fantásticos como elfos, cantos y música, juguetes coloridos y algunos accesorios navideños bastante imaginativos.

Además no está recargada de efectos, de hecho los que hay son bastante primitivos, pero hay que tener en cuenta que esta es una película para niños y los niños no son tan exigentes como los adultos con este aspecto. Lo que es algo bueno. 
Hay que valorarla por la historia y no quejarse de que no es un espectáculo visual de Disney/Pixar. Podría haber sido mucho peor, siendo una película para televisión, y hay que darle valor añadido por hacer bastante filmación en locaciones de Alaska.


De todas maneras, aunque haya gente a la que le pueda parece maravillosa, no hay que negar que tiene bastantes defectos, al menos en mi opinión, y sobre todo centrados en la interpretación. Tanto adultos como niños no están nada brillantes, los adultos no muestran ningún asombro ante los acontecimientos fantásticos y mágicos que están ocurriendo, hay falta de expresividad y de integración en el guión de la película, y en cambio los niños sobreactúan en muchas ocasiones, pero principalmente su problema es que no tenían madera de buenos actores.

Así que por tanto es posible que para los que descubran esta película ahora o estén acostumbrados a otras películas navideñas no sea especialmente de su agrado, o para adultos normales tampoco, pero creo que es una película sobre la Navidad diferente, que ya es un buen argumento para verla.










Valoración:                                  5/10









 




05 marzo 2022

La dinastía del petróleo (1957)

 





Revisando los cumpleaños del día me topé con Stanley Baker, bastante abajo en popularidad eso sí, y no tuve dudas en elegirle a él como protagonista para mi película de ese día.

Un actor que me guarda un gran paralelismo con otro de mis actores favoritos, Stephen Boyd.
Ambos eran británicos, nacieron con tres años de diferencia, y murieron en años consecutivos sin alcanzar los 50, solían interpretar papeles de malos o villanos, a ambos les ofrecieron el papel de James Bond en Agente 007 contra el Dr. No (1962), aunque ninguno acabara aceptándolo, y tuvieron una cierta relación con España.

Baker tenía una casa de veraneo en la Costa del Sol, donde enfermó de neumonía, muriendo en Málaga y Boyd rodó en los años 70 algunas películas íntegramente españolas.

Aunque realmente con el que se le saca más parecido, sobre todo físico, es con el actor australiano Rod Taylor, también contemporáneo de ambos.


Emergió durante los años cincuenta, cuando los protagonistas increíblemente guapos, atractivos y románticos eran casi de rigor.
Para esos tiempos, era un potencial actor principal que se proyectaba fuertemente contra la corriente. Baker demostró de inmediato una presencia única en la pantalla: dura, arenosa, combustible, y poseía un aura de poder oscuro e incluso amenazante.

Stanley Baker provenía de una ruda población minera galesa (lo cual resulta una gran conexión con su papel en esta película), y cuando era niño era rebelde, rápido para estallar y el primero en pelear.

El cine acogió al Baker adulto como la encarnación del mal. 
Sus primeros trabajos importantes dieron al actor papeles enérgicos y antipáticos como en

El hidalgo de los mares (1951) 
Mar cruel (1953)
Infierno bajo cero (1954) 
La dinastía del petróleo (1957)
Los caballeros del rey Arturo (1953)
Helena de Troya (1956)

A pesar de nunca haber sido elegido como un protagonista romántico y de estar asociado casi por completo con papeles de villano, Stanley Baker se convirtió en una estrella a fuerza de su poderosa personalidad.

Además de estas trabajo en otras muy buenas películas como Los cañones de Navarone, Sodoma y Gomorra o Zulú, teniendo unos cuantos trabajos en películas sobre África.

Entre sus directores predilectos estaban Cy Endfield y Joseph Losey, aunque también repitió con el director de esta película, Ralph Thomas.
Rechazó muchas ofertas de Hollywood durante la década de 1950 porque quería mantener en marcha la industria cinematográfica británica.

Aunque lamentó no haber aceptado el papel de James Bond, Baker era amigo y admirador abierto del trabajo de Sir Sean Connery en el papel, como admirador era de Anthony Quinn, el que le parecía uno de los mejores actores durante su época y en el que se fijaba y aprendía.

Nombrado caballero en 1976, era evidente que Stanley Baker bien podría haber continuado a mayores alturas, tanto como actor como productor, pero sucumbió al cáncer de pulmón y murió a la temprana edad de cuarenta y ocho años. Pero su legado es incuestionable.  
Estableció su propio modelo como actor contento de ser admirado por retratar sin igual a los de mala reputación y los antipáticos. 
Siempre ha habido legiones de protagonistas viriles y encantadores aparentemente intercambiables que pueblan las películas, pero Stanley Baker estuvo casi solo en su determinación de ser caracterizado y juzgado retratando los aspectos más sombríos de la condición humana.


Tuve dudas a la hora de que película ver, porque aunque he visto bastantes suyas, seguía habiendo varias que me apetecía, pero esta parecía atraerme más.

Y no me equivoqué.

Una película de aventuras, ambientada en Canadá (a pesar de que el rodaje se hizo íntegramente en los Dolomitas italianos), con ciertos aspectos también de western, y con un guión y algunos detalles del argumento exclusivos, que no había visto en otras películas.

Compartió protagonismo con Dirk Bogarde, al que se le consideraba totalmente opuesto a Baker, y con el que volvió a coincidir en Accidente (1967).

Esperaba encontrarme algo parecido a En busca del Oro (1938), que ya vi como homenaje a Olivia de Havilland, sólo que cambiando el protagonismo del oro por el petróleo, y con semejanzas, ésta película la mejoró.








Valoración:                                 8/10