20 enero 2017

Deprisa, deprisa (1981)







El viernes, cuando me estaba metiendo en la cama, al no tener que madrugar al día siguiente aunque tenía sueño, decidí dar una pasada por la televisión a ver que había. Uno de los pocos canales que suelo visitar es Paramount Channel y justo en ese momento comenzaba una película.
Sólo vi el título previamente, no sabía de que iba ni quien trabajaba (no reconocí a ninguno de los actores a lo largo de la película), pero el comienzo me llamó la atención y decidí darle una oportunidad, siempre y cuando el sueño me lo permitiera.

Una película que reflejaba el Madrid de principios de los 80, con un aspecto de la ciudad muy diferente, con coches antiguos, ropa diferente, cortes de pelo, looks en general ...
Y eso me resultó atractivo y el sueño decidió entrar más tarde a trabajar y me permitió ver la película completa.
No soy muy partidario del cine español porque todo se suele basar en comedias ridículas y poco graciosas, pero esto parecía otra cosa.

Una vez vista busqué información sobre ella y vi que había sido premiada con el Oso de Oro en el prestigioso festival de cine de Berlín. Que era una película de uno de los directores españoles más importantes, Carlos Saura, pero que había buscado para ella actores no profesionales, realizando el casting entre los habitantes de Villaverde. Buscando gente cuya realidad fuera parecida a lo que quería reflejar en la película.
Se puede englobar dentro de un género llamado Cine Kinki, que produjo en España unas cuantas películas a finales de los 70 y principios de los 80.
Aquí podéis encontrar más películas de este género.

La curiosidad me llevó a intentar indagar más sobre los protagonistas de la película y es ahí donde se descubre el paralelismo entre la realidad y la ficción y la cruda realidad.
La película gira en torno a la delincuencia y la drogadicción de unos chavales de un barrio marginal de Madrid que no quieren crecer y vivir en la pobreza que les rodea.
Dos de los personajes principales de la película fueron interpretados por dos chavales que ya tenían antecedentes por robos y problemas con las drogas.

Uno de ellos (Jesús Arias) falleció en el anonimato, en San Sebastián, por el SIDA, derivado de su adicción a la droga, cuando intentaba desintoxicarse y sin que nadie reclamara su cadáver.
Otro (José Antonio Valdelomar) falleció en la cárcel de Carabanchel fruto de una sobredosis de heroína.
Por suerte los otros dos protagonistas parece que iniciaron una relación sentimental a raíz de la película y aunque no volvieron a trabajar en el cine se casaron y viven una vida alejada de las drogas a diferencia de sus compañeros de rodaje.

La heroína, una lacra de principios de los años 80 que se llevó a mucha gente, incluso gente famosa (siendo especialmente impactante para mí el caso de Antonio Vega), y que aquí nos refleja el poder destructivo que tiene, cosa que en el cine pocas veces se ha hecho.

Una banda sonora de Los Chunguitos que viene que ni pintada con la película y que la ensalza más todavía, siendo especialmente brillante el final con una canción suya.





Valoración:                       7/10






                           Deprisa, deprisa en IMDb




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