24 diciembre 2024

Cena de Navidad (1945)







 
Nunca he sido especialmente amante de las películas en blanco y negro, salvo contadas excepciones, véase las películas de los Hermanos Marx, que me parecen obras maestras, ya que pienso que la ausencia de color les resta un enorme valor y expresividad.

Pero que mejor ocasión que estas fechas para darle una oportunidad y así sustituir la tradicional película en blanco y negra de estas fechas, ¡Qué bello es vivir!, por ésta mucho menos conocida, pero también con espíritu navideño.

Y ahí me surge la pregunta de que entienden por cena de Navidad hoy  en día los jóvenes (y no tan jóvenes), y cual es su cena de Navidad más importante, la cena de empresa o con compañeros del trabajo, la cena con amigos de toda la vida, o la cena con la familia.

Y es que dudo que todo el mundo conozca el significado de la celebración del día 24 de diciembre y porque se hace en familia, o aún sabiéndolo seguramente para mucha gente lo prioritario será atiborrarse, con buenos productos si puede ser, y además colar la tradición de Papá Noel en una noche que no tiene nada que ver con eso a nivel religioso. Por cierto aprovecho para denunciar también que con el mensaje original de pobreza, paz y amor que tiene el nacimiento de Jesús, todo el mundo aproveche para maximizar su negocio al máximo por ese día, cobrando verdaderas aberraciones por los alimentos a consumir y anteponiendo su ganancia al mensaje cristiano, rozando en muchos casos un atraco en toda regla.

Además tampoco soy muy partidario de las mega reuniones en las que aparecen familiares lejanos y acaba convirtiéndose en una fiesta sin tener presente lo que se conmemora. Soy partidario de padres e hijos, y evidentemten donde haya abuelos también, pero a veces parece que el ser tres, cuatro o cinco personas tiene algo de negativo en dicha noche, cuando realmente la estampa original eran tres personas, y uno recién nacido.


La diferencia entre estas películas pretéritas y el cine actual es notable. Tanto a nivel de velocidad en los diálogos, como en la naturalidad de los actores como en el propio doblaje. Todos, desde el primero al último que interviene lo hacen muy bien y todos enriquecen la película.

Y es que realmente por aquel entonces no era necesario reunir un elenco de actores notables para garantizarte una interpretación solida del reparto. De hecho, la actriz más importante del mismo, Barbara Stanwyck, no está ante su papel más habitual.

Cuenta, además, con tres actores nacidos en torno al año 1880, todos notables en sus papeles, aunque bastante anónimos en la historia del cine. En especial Sidney Greenstreet (él y S. Z. Sakall, ya veteranos habían trabajado también en Casablanca), con una imponente voz de doblaje, que salvando las distancias, me trae un aire a las interpretaciones de Burl Yves, no tan anónimo pero si un secundario no muy importante, pero cuyas actuaciones son sobresalientes siempre.

El director, Peter Godfrey y Sydney Greenstreet eran veteranos de la escena teatral londinense y habían desarrollado una fuerte amistad cuando se estaba produciendo esta película. Según se dice, la pareja mantuvo al resto del elenco de buen humor con abundantes chistes, historias y parodias. Esto y el cambio de rol habitual de personajes de Barbara Stanwyck le hizo estar agradecida por este trabajo.

Así Godfrey y Stanwyck colaboraron después en otras dos pelíuclas, Las dos señoras Carroll (1947) y El aullido del lobo (1947).


Aunque por un lado la película puede mostrar una supuesta infidelidad (pero realmente no había nadie casado al que serle infiel), y aunque es una comedia, el director juega muy bien con el escenario para hacer una alegoría del portal de belén, trasladando, mediante un argumento bien diseñado, al elenco a una granja e introduciendo en dicho escenario niños que no se sabe de quien han nacido, como si lo hubieran hecho a imagen y semejanza de Jesucristo, y una revoltosa vaca y un caballo interpretando al buey y a la mula originales.

En este caso el blanco y negro no me resultó ningún inconveniente, ya que hay bastante iluminación y se puede apreciar todo muy real a pesar de la falta de color.

Es una película completamente alentadora y te dejará una sensación cálida en el corazón y una sensación de paz que te haga percibir que el mundo parece un buen lugar para estar, a pesar de la situación actual.

Lo más gracioso y disparatado, dentro de los muchos disparates de la película, es que se juntan a la Cena de Nochebuena 6 o 7 personas y ¡ninguno son familia entre si!

Una buena película como alternativa a ¡Qué bello es vivir!, y en especial para personas estresadas o cuya Cena de Navidad pueda resultar tumultuosa y agobiante, que supondrá un buen rato distendido y como afrontar con buen humor y sin preocupaciones innecesarias éste momento tan importante del año.

Y es que la Navidad es un momento para estar alegre y feliz, para sentir la calidez y la comodidad de un entorno físico y humano confortable en medio del frío y el drama que puede haber afuera. De ahí que yo recomiende esta película antes que la menos halagüena ¡Qué bello es vivir!

Con ella seguro que os acordaréis u os acercaréis un poco a Navidades pasadas, que se parecerían más a este escenario que muestra la película y puede suponer una bonita mirada retrospectiva a la evolución de este día y a recordar la ausencia de nuestros seres queridos que algún día formaron parte de nuestra vida y nuestras Nochebuenas y que hoy por desgracia ya no nos pueden acompañar.

¡Feliz Navidad a todos!










Valoración:                                  6/10













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