Creo que el verdadero germen de que le cogiera afición a ver películas poco conocidas y escribir acerca de ellas fue una sesión doble que vi hace más de 10 años con ésta y la siguiente, Cavernas Fantasmas.
Después de ese tiempo creí que era buen momento para revisionarlas, porque me gustaron bastante, porque tienen toda la esencia que busco con este blog y porque me apetecía que tuvieran su hueco aquí.
De esta primera podría destacar como una película aparentemente infantil se convierte para mi en una de las mejores películas de aventura / misterio que he visto, siendo además muy apta para cualquier espectador, sin tener que limitarse a niños en torno a esa edad de trece o catorce años o a padres con niños en edades similares.
La película está al mando del director australiano de origen británico Brian Trenchard-Smith, que ya había rodado otra película australiana interesante y conocida, como Los Bicivoladores, con una muy jóven Nicole Kidman.
No obstante creo que el principal mérito en esta película hay que dárselo al guionista, por una historia tan singular.
En líneas generales recordaba la esencia de la película, aunque no algunos detalles.
Como por ejemplo que se trataba de otra película australiana de esas que tanto me gustan, con ese ambiente rural tan característico.
Y es que al protagonizarla Henry Thomas (el célebre Elliot, protagonista de E.T.) pensé que era una película americana, pero las escenas de lagartos autóctonos de Oceanía primero y luego la mención hacia la ciudad de Sidney y que los vehículos tenían el volante a la derecha me dejaron bien a las claras que era una película australiana, y que quizás por eso me gustaba tanto.
Y es que una de las características que principales de estas películas rurales australianas que tanto me gustan, es el especial cuidado y acierto que tienen en la elección de las localizaciones para las mismas. Sin haberme encontrado escenarios repetidos, todos me han parecido especialmente interesantes y atractivos para la filmación de una película, y de todos, creo que éste se llevaría el primer premio.
En este caso está filmado principalmente en locaciones de Woods Point, Victoria, Australia. Woods Point es considerado un pueblo minero rural que no ha cambiado mucho en los más de 30 años transcurridos desde que se realizó la película. El terreno circundante parece bastante un parque nacional.
Un país, Australia, que seguro que me maravillaría si lo conociera, y que parece residir en otro planeta, por la poca superpoblación que hay, la conservación original de muchos lugares y la aparente menor huella del ser humano. Un país en definitiva que hace pensar en un mundo mejor.
Aunque tiene un presupuesto estrictamente bajo, lo compensa rodándose en lo más profundo de la región de las Montañas Azules de Nueva Gales del Sur, que es casi un personaje en sí mismo, misterioso y antiguo. Esto también le da a la película un sabor claramente australiano, acentuado por la imagen romántica de una comunidad de pueblo pequeño donde todos se conocen y se cuidan unos a otros, y las relaciones con la comunidad europea y nativa (que viven completamente separadas) son optimistas. El cinismo del mundo moderno está muy lejos y cada personaje está imbuido de una inocencia intacta. La americanización de la cultura es inexistente y muchas líneas de diálogo están marcadas por un coloquialismo antípoda. Como consecuencia, la actuación puede ser a veces un poco teatral, pero todos realizan una actuación competente, que es otra de las virtudes de estas películas, que los actores australianos a pesar de ser poco conocidos de fronteras afuera de Australia (quizás allí puedan ser muy populares), realizan interpretaciones muy sobrias y valiosas.
Otra de las virtudes de la película es que nos puede permitir trasladarlos a nuestra niñez, en especial para los que tuviéramos un pueblo y pasáramos temporadas en él.
Aunque no tuviéramos la misma curiosidad e ingenio que el protagonista de la misma, seguro que casi todos hemos hecho alguna aventura, en menor escala que ésta claro está, adentrándonos en terrenos apartados y desconocidos y sin el consentimiento de nuestros padres.
Con esas bicicletas BMX tan geniales en nuestros días y pensando en explorar, ir de acampada o salir a merendar al campo.
Es una de las películas con mejor traducción del título al castellano, ya que los títulos alternativos u originales no me resultan convincentes. El título original The Quest, es utilizado en más películas, y el original en Australia Frog Dreaming no tiene gran relación con el desarrollo de la misma. Si la veis juzgar que título de los tres os parece más adecuado.
Creo que no hace falta ser un niño o ser tener carácter infantil para apreciar esta película, si no más bien ilusión, buen gusto y personalidad.
Hay una frase que me gusta mucho que reza "Uno no deja de jugar porque se hace mayor, uno se hace mayor porque deja de jugar", y creo que se podría emplear igualmente si permutamos jugar por soñar, así que nunca dejéis de soñar.
Una película que yo creo que es de las que más recomendaría ver a cualquier persona.
Valoración: 9/10
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