Raramente uno se encuentra con películas que traten sobre la naturaleza y la primera mitad de ésta me evocaba a alguna de las rutas de senderismo que he hecho, y que tanto echo de menos desde que la vacuna del Covid me sumió en una fatiga crónica de la que no consigo salir.
Así que toda esa primera parte me hacía recordar a alguna de las escasas películas en las que la naturaleza juega un papel protagonista y con cierto parecido, como Escuela de Supervivencia o Verano de Aguas Cristalinas, más la primera que la segunda.
Pero ya la segunda mitad de la misma me hizo percatarme que era otro ejemplo más de películas sobre catástrofes de los años setenta, y aunque sea con matices o enfoque diferente, la segunda parte es muy evidente que guarda un paralelismo con bastantes de esas películas catastróficas, protagonizadas por animales, de esta década del siglo XX.
Aunque también la parte final me recordó mucho a otra película que vi no hace mucho, como es Perros Asesinos.
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Esta película a veces se considera, erróneamente, una secuela de la película anterior del director William Girdler, Grizzly (1976). Principalmente porque tenía una trama similar y el mismo oso entrenado, tenía el mismo productor/distribuidor ejecutivo (Edward L. Montoro), mismo director y la compañía de producción/distribución (Film Ventures International (FVI)), y además contó con un par de actores de aquella película, Richard Jaeckel y Christopher George.
También hubo una verdadera secuela de Grizzly titulada Grizzly II: El concierto (1983), pero originalmente nunca se completó y, por lo tanto, nunca se estrenó en cines ni en video hasta octubre de 2021.
Con un reparto bastante decente (sorprede por ejemplo ver a Leslie Nielsen en un papel así, o a un muy joven Andrew Stevens), el doblaje parece ser de los años noventa o incluso del siglo veintiuno, pero con unas voces francamente intersantes, de lo mejor fuera de esa época dorada del doblaje que duró hasta los años ochenta incluso.
Interesantes localizaciones elegidas, en las montañas de California, no muy lejos de un lugar muy pintoresco como es el Lago Tahoe, que junto a las interpretaciones de los actores es la mejor parte de la película.
En cambio, como en Perros Asesinos, las escenas de ataque animal me dejan un poco indiferente. Aunque no ocupan mucho tiempo en pantalla (realmente la primera hora de película es casi un mero paseo por la naturaleza) no son especialmente brillantes.
Hay que tener en cuenta que se trata de un largometraje de bajo presupuesto de un cineasta especializado en películas de serie B que utilizó su ingenio y su empuje en lugar de dinero. Como tal, el resultado final es interesante.
William Girdler era un buen cineasta imitador, tenía en cuenta lo que cautivaba al público y hacía una película sobre ese tema cuando aún estaba candente. La disminución de la capa de ozono era un tema popular y que preocupaba a la población en aquellos días y él se inventó una pequeña película bonita relacionada con el tema.
Valoración: 7/10
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