Esta vez el día de mi cumpleaños estuve ocupado, y no pude dedicarle el tiempo necesario a ver una película relacionada con alguien que naciera el mismo día que yo, así que lo trasladé al día siguiente y elegí de entre los que habían nacido el 21 de diciembre a Samuel L. Jackson.
Un actor muy conocido pero del que tampoco he visto gran cosa. Empezó a trabajar tarde, pasada la treintena, y sus mayores éxitos son de la década de los 90, con Pulp Fiction, Uno de los nuestros o la tercera parte de La jungla de cristal entre sus principales películas.
Pero el caso es que me equivoqué de pleno, no sólo porque él no hace acto de presencia hasta que ha transcurrido casi una hora y media de la película, con un papel sumamente residual de apenas 5 minutos, si no porque además la película me ha resultado muy poco interesante.
Pero es que la década de los 90, a la que le voy dando bastantes oportunidades, te puede deparar esto. Te puedes encontrar películas muy parecidas o continuistas de los 80, entretenidas, graciosas o interesantes y pasar un buen rato, o películas lentas e incluso complicadas en lo que quieren transmitir como ésta y desperdiciar prácticamente dos horas de tu período navideño.
Y es que el título me resultó atractivo, o más que atractivo adecuado. Aunque hiciera referencia a los tiempos que corrían por aquellas fechas, me parecía adecuado en relación a la situación actual. Pero además el título original me ayudó, ya que ese New Age lo relaciono con estilo de música, que yo principalmente asocio a Kenny G, que me hace pasar buenos momentos, relajarme, estar tranquilo, recordar momentos pasados agradables y desconectar de los problemas.
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