Al encontrarme a Harvey Keitel entre los actores que cumplían años no dudé en ver algo suyo. Un actor, ya pasados los 80 años, que creo que nunca ha sido bien valorado. Evidentemente no estoy diciendo que se le hubiera considerado como a sus coetáneos Al Pacino o Robert De Niro, pero tampoco ha tenido un gran protagonismo.
Con la nada despreciable cifra de 158 títulos en su carrera, antes de su trabajo aquí ya había intervenido en los años 70 en dos películas junto a Robert De Niro, Malas calles y Taxi driver, pero digamos que sus mayores éxitos no vinieron hasta principios de los 90, con papeles en películas muy taquilleras, sobre todo en las que hacía de protagonista como Reservoir Dogs y Abierto hasta el amanecer y también en otras como Thelma & Louise, Bugsy y Pulp fiction.
Película producida por Robert Altman, un director de renombre, que empezó en los años 60 dirigiendo episodios de series como Bonanza o Ruta 66 y luego ya pasó más a largometrajes, sin tener películas especialmente prestigiosas, quizás de las que más repercusión tuvieron fueron ya de las del final de sus carrera, a principio de los 90, como El juego de Hollywood, Vidas Cruzadas y Pret-a-porter.
El director fue Alan Rudolph, un protegido de Altman, del que ya había visto Inquietudes, con Kris Kristofferson. Un director con no muchos títulos pero de esos que le gustaba trabajar con algunos actores más de una vez, como hizo en dos ocasiones con el propio Kristofferson y Geraldine Chaplin, presente en esta película, o hasta en tres veces con Keith Carradine, el protagonista de ésta, que curiosamente trabajó otras tres veces a las órdenes de Robert Altman.
La película nos muestra muy bien lo que era esa década de los setentas, con grandes ciudades hoy en día empezando su boom demográfico y económico, y las posibilidades de éxito y prosperidad que ofrecían a la gente.
Como el dinero (y el alcohol, muy presente) y las relaciones personales corrían de mano en mano con gran frecuencia y rapidez, formando círculos viciosos muy curiosos. Los negocios y el placer se entremezclan hasta hacer un círculo de personas que aunque en muchos casos no se conozca casi todas tienen relación entre sí.
Es curioso como el que menos trabaja se lleva a todas las mujeres de calle, mientras otros por más que lo intentan no consiguen ningún fruto, cosa que sigue pasando en la realidad hoy en día.
En el fondo recuerda un poco a las series de la década de los 90, ambientadas en Los Ángeles como Melrose Place, en el que las relaciones personales eran constantes entre los diversos personajes de la serie.
La verdad que agrada el ritmo de la película, con la música de piano interrumpiendo cada poco tiempo y el imaginarse una ciudad como Los Ángeles mucho más acogedora y menos poblada que ahora.
Valoración: 7/10
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